12/6/11

Abbas Beydoun en "Letras libres"

La revista Letras libres acaba de publicar en sus números 150 (edición mexicana) y 117 (edición española) el poema de Abbas Beydoun "La frontera natural", en traducción nuestra.

23/5/11

El soldado

Desde ahora soy el soldado de mi vida. La sirvo como sirvo a mi bandera, el soldadito de mi vida soy, mi sola tarea es desfilar. Yo con mis zapatos lo haré. El viento en la cara. En mi pecho canta, avanzo. Se enciende mi sangre, me chorrea la existencia por la camisa, avanzo. Firmes las rodillas, llenas de secretos y de fuerza, avanzo. Pasos rotundos y prietos, imprimo mi corazón, imprimo mi alma, le doy un puntapié, avanzo. A cada paso encierro y libero una vida bajo mi pie, agarro mi destino y lo aplano. Ahí está, el soldadito de mi vida, mi sola tarea es desfilar.

Traducción de Luz Gómez García

8/5/11

La vida en una maleta

Se puede reducir la vida a una maleta: no es más que el conjunto de lo que se queda y de lo que hay que llevar. Puede luchar en una laringe herida o golpear en un bronquio. Es que tú no sabes en qué momento estás solo en tu garganta o en una vértebra, o en el espíritu que se desprende de tus uñas. Se puede reducir la vida a una sola maleta, con unos zapatos relucientes y un libro nuevo —tú no te irás con bártulos viejos, dejas junto lo que se queda y prefieres comprarlo nuevo. Pero los muertos no viajan, residen en un palmo de recuerdos y es difícil arrancarlos del suelo; de todos modos, y sin que sepamos cómo, llegan antes que nosotros.

Traducción de Luz Gómez García

24/4/11

El destino de Imre Kertész

Imre Kertész pasó por delante de la cámara de gas, vio allí su destino que ya no vería.

Después se hizo cargo de su cuerpo en los campos de concentración y aprendió de una larga herida en la pierna. Se tropezó a plazos con su vida, la encontró cada vez junto a algo distinto, cada vez en un campo distinto.

Ante él su destino reculaba como la cámara de gas, ante él su vida reculaba como la cámara de gas, no la atrapaba, y eso que todo entraba en el hueco de su rodilla y en las marcas de su cuerpo.

Su destino es más fuerte que él y su vida un hueco contiguo a su corazón, pero él se perderá en los destinos errantes de los que perdieron la vida en las cámaras de gas. Su vida se alojará en el hueco contiguo a su corazón, la atropellará y no la verá. Será el camino de regreso de un amigo muerto o un mapa dejado por sus torturadores en el Holocausto. No hallarás tu destino, Imre Kertész, no busques en más sitios, tu billete está bajo tu lengua y tu cuerda en tu omóplato, no busques más.

No hallarás tu destino en el camino a Haifa, que la ironía te prive de plantear acertijos al diablo, de decir una frase que ha de volver a ti como una serpiente escurridiza.

Traducción de Luz Gómez García

8/4/11

El museo judío

Los recuerdos están expuestos en las troneras de cristal, liberados de la crueldad, el duelo y lo ineluctable, pero una vez entres sólo hallarás el juego del horror. No oirás con facilidad el sufrimiento de los judíos, no en los rostros metálicos que pavimentan el pasadizo. Alguien los moverá con el pie y no sabrá que con ese simple gesto se convierte en demonio. Será involuntario e inocente, pero el chillido del hierro le delatará y se le condenará en el acto. Enseguida será sospechoso del chirrido de los que murieron asfixiados en las cámaras de gas. Dicen que no es más que un ruido molesto, pero temes haber entrado sin saberlo en un negro registro, o que por error se te haya convocado ante la Historia.

Será un ruido molesto o una mala imitación del Juicio Final —ignoras cuándo te conviertes en cómplice. Una vez entres habrá quien te pida, de rodillas o amenazante, que contribuyas a la redención.

Los rostros te llaman para que los pises, para que se cumpla el designio y sean liberados. Una vez entres habrá quien quiera forzarte a que te pongas un traje moteado o una máscara, los testigos están muertos y sólo quedan los verdugos en potencia. El asesino siempre está enfrente. Es el que echa un vistazo al patio, o quizá el que lee la información sobre las ejecuciones en la hoja que tiene delante, o tal vez el poeta que juega con palabras quemadas, o a las que fustiga para que sufran de nuevo.

Te borras en el acto ante una información sobre Ruanda, Bosnia o Bagdad. Si no te pones el capuchón de torturador y haces que suene el sordo ruido metálico de las masacres que cayeron en el olvido, se te designará único sospechoso del complot que se saldó con una fecha negra y del que no quedan sino copias falsas.

Si ves los troncos de cemento suspendidos, no temas que se caigan, no serás tú el asesino. No te asustes si ves algo parecido a pelo humano salir de sus cabezas, sabrás que el grito que condena al mundo vive encerrado en sus profundidades.

Traducción de Luz Gómez García

24/3/11

Un árbol con pinta de leñador

Un árbol calvo, le crece en la copa un pelo tieso medio de hombre, no hay esperanza de que le salgan ramas. De tal modo se ha adueñando de él una forma humana que casi tiene pinta de leñador, y con su cara de espantapájaros que se ríe de sí mismo hasta podríamos pedirle que cazara pájaros.

Le resultará difícil después de bailar al viento levantar las puntas y girar alborozado. Está medio cojo y tiene un aire rústico, como es de rigor en un árbol con pinta de leñador, y ha de soportar un montón de dolor para tenerse en pie.

Le crecerán cabezas en lugar de manos y una obligación desconocida le sacará el ceño. Sus raíces tirarán hacia las alturas y se volverá un gorrón, pero esta vez sabrá lo que es el dolor de cabeza y aprenderá a vivir contra su voluntad y boca abajo, contra su voluntad y con el viento en contra.

La tormenta lo hendirá y no dejará de hablar a su cresta para que no se duerma. Será madera para el rayo y comprenderá que tal es su segunda naturaleza.

Claro que no podremos imaginarnos los finales destartalados que le aguardan a un árbol calvo, pero le costará mantener el equilibrio, todo movimiento en este mundo será forzado y conllevará dolor. Comparado con un árbol, ahora es un demonio. No tendrá más vecino que un hoyo abandonado, pero a cambio aprenderá a jugar consigo mismo. Podrá odiar o temer sin ayuda de nadie. Le basta con contemplar la pinta de leñador que tiene y su planta de cojo. Ha entrado por error, y contra natura, en la condición humana.

Traducción de Luz Gómez García

8/3/11

Las esculturas de Scheib

Las criaturas de madera de Scheib no hablarán en el vientre del gran estudio como Pinocho en el de la ballena, nadie las vomitará como a él de las tinieblas del piso treinta a la calle. No se repetirá el toque que acarició a Pinocho como una pluma, los maderos de Scheib no sanarán de los golpetazos que los acallaron para siempre, ni de su deseo reprimido de contestar al agresor.

El escultor sufrirá la misma maldición, y algo en su alma y en su ojo se acorchará.

Una violencia que supera al arte, que deja deformidades semihumanas. De una crueldad excesiva contra las cosas nace una fealdad semejante a la naturaleza humana. Hay algo doloroso o canalla en las criaturas de Scheib, o es el dolor mismo en otra lengua.

Han de emprender viaje si quieren salir de las fauces del estudio. Han de chocar con las piedras y el agua y exponerse a una inmensa bufonada y a bobadas de todos los colores, han de romper muchos muros antes de llegar y partirse la nariz en los muros.

Scheib salió en coche de Berlín Este hacia el Oeste, y ellas tuvieron que trepar y destrozarse en el muro.

Traducción de Luz Gómez García


24/2/11

Falsificación

Un recuerdo tiembla, babea, y le mojará la ropa si me quedo aquí parado lamentando su triste suerte. Es el alzhéimer de mi madre, que engulle todas las ramas de mi vida, y se le cae la saliva. Me esfuerzo en limpiarlas, pero en mi torpeza rompo la mayoría, y así satisfago mi afición a acumular cajas destrozadas.

Estuve a su cabecera en el hospital. Me fue entregando mi vida trozo a trozo, y cuando le quité la caca y los vómitos encontré las galletas que se había privado de comer por mí, y todas las cosas rojas con las que me había alimentado a la fuerza.

Encontré los extraños métodos de los que se servía para privarme de los ojos azules de mi padre y de su mentón cuadrado, que se convirtió para siempre en la acrópolis de mi vida.

Encontré una foto original mía sin las piernas cortas ni la boca grande. Siempre he pensado que me quedé así por un burdo truco, que alguna mala idea quiso que yo fuera su igual, alguna tortuga quiso que yo fuera su igual, o un miedo puesto boca abajo.

Se trataba de que me fuera dando de bruces y que una mala opinión me siguiera de por vida como un ratón. Tengo todos los síntomas de haber sido objeto de una tremenda falsificación, pero eso ya no importa. Salgo del cine con un espeso flequillo y no quepo en la calle, el amor se halla en abundancia aquí, y en la noche pienso como un hombre con el mentón cuadrado y los ojos azules.

Traducción de Luz Gomez García

8/2/11

La diferencia

X baila sobre dos patas de palo, sorprende que pueda hacerlo sin piernas, pero él cree que es cuestión de sensibilidad, que si tuvieran más tacto no verían la diferencia. Oye los golpes de su pie como si no fueran con él, la madera sólo habla de sí misma. No siente la ropa: su cuerpo tiene que enmudecer del todo o hacerse entero de palo —piensa que ésta es la diferencia que nadie ve.

Sorprende que no se caiga. Es un perfecto remedo de sí mismo, es casi el X de antaño, pero él cree que es cuestión de sensibilidad, que si tuvieran más tacto no verían la diferencia. Si tuvieran más tacto, no pensarían en él como en el mero arte de dos maderos, dedicado a entrenar un leño para que se sostenga como una pierna. No le tomarían por un leño que baila.

Si tuvieran más tacto, sabrían que al bailar mata su cuerpo y su espíritu: una herida que se seca y deja de gritar se convierte en madera, y permite que un hombre venda su suerte por un par de leños. Ésa es la diferencia que nadie ve.

Traducción de Luz Gómez García

24/1/11

El concierto de Stockhausen

Stockhausen es un ángel electrónico, con las manos recorre volando la corta distancia hasta la mesa, la corta distancia hasta la silla con un libro negro bajo el brazo, y tú te dices que no necesita lámpara y que puede volar con una sola ala. Te dices que ésos se tropiezan con algo al caminar y al volar. Que se chocan con algo al hablar si no pita sin sentido su garganta. Stockhausen vuela con los pies, casi impedidos, pero se eleva lo suficiente para que veamos que no necesita una campana y que puede volar con una sola ala.

Como no es un pájaro, si no logra cantar sin instrumento no importa. Más terrible es el ángel que no grita en el poema de Rilke. Hablamos así de ángeles que no vuelan y no cantan y que yacen quizá con las piernas cortadas en la nave de una iglesia. Hay sin duda una voz futura del crimen y el arrepentimiento, tenemos que viajar fuera del tiempo para escuchar la voz terrible y mortal del amor humano.

Stockhausen mueve sus series por el suelo de la iglesia. Son hormigas electrónicas pero salen de la cripta latina sostenida por trompetas adelfas. Se mueven despacio pero lo oímos todo cuando las voces voladoras resbalan por los muros del tiempo o tropiezan con las tumbas latinas. Una tortura que no sabemos dónde ocurre, quizá son árboles desnudos fustigados de nuevo de noche.

Traducción de Luz Gómez García

8/1/11

Ven a mi cama

Desde el ordenador me llega: «Ven a mi cama». Dejo la pantalla encendida y pienso en las hojas de otoño que revolotean sin que el mensaje se acabe y sin que la lluvia acabe de traerlo.

La frase sin fin del otoño caerá entera en una sola noche y será más de lo que podamos comprender. Es la áspera libertad, que hace que el hombre no tenga que mirar su escupitajo o los restos de su dicha.

La áspera libertad, se oirá en el instante en que el viento llame.

El día será barrido junto con las mondas de numerosos periódicos y los bosques que se amontonan en las aceras, y en tu plato la comida petrificada habla de muchas noches sin placer, de la invitación que mató a Ofelia: «Ven a mi cama».

Traducción de Luz Gómez García