12/12/12
Reseña de "Un minuto de retraso sobre lo real", por Ariadna G. García
Si los nazis
normalizaron las prácticas de exclusión social, elevando el racismo a sistema
de gobierno, el poeta libanés Abbas Beydoun propone el camino contrario en su
libro Una temporada en Berlín (2005), la primera de las tres obras que componen el volumen conjunto Un
minuto de retraso sobre lo real (Vaso Roto, 2012). En esos textos no sólo denuncia los campos de
exterminio de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, sino que busca la
empatía entre las gentes (con independencia de su país de origen) derribando
las fronteras del lenguaje: los límites que imponen las palabras... Seguir leyendo »
8/11/12
Himnos de paz en guerra, por Vicente Molina Foix
Intriga y estimula leer estas líneas: “Seduzco a una mujer con la
herida del pecho, con la herida de la pierna. La atraigo con el dedo
roto hacia la cama”. Las palabras proceden de un poema titulado Frialdad, y están en el recién aparecido libro de Abbas BeydounUn minuto de retraso sobre lo real (Vaso
Roto, Madrid/México, 2012). ¿Y quién es Abbas Beydoun? Yo no le conocía
hasta que hace unos días llegó a mis manos este bellísimo libro de
prosas poéticas, traducido del árabe con su habitual calidad por Luz Gómez García, quien, en una larga trayectoria, ha hecho conocer en España a uno de los grandes poetas del siglo XX, el palestino Mahmud Darwix,
fallecido en 2008. Beydoun, libanés de Tiro, nacido en 1945, es además
periodista y novelista, y recogió en libros anteriores sus
conversaciones con Darwish y su propia experiencia carcelaria tras la
invasión israelí de su país. Vaso Roto anuncia nuevas publicaciones
poéticas suyas.
Recuerdo de mi único viaje a Líbano, hace casi tres años, la impresión de sus mujeres, jóvenes y maduras, con o sin velo, fumando en los cafés del centro no solo cigarrillos sino la tradicional pipa de agua o narguile, en una muestra de libertad, al menos gestual, difícil, cuando no suicida, en otros países árabes. Seguía viva la reminiscencia de la guerra civil acabada en 1990, y visibles las cicatrices de los bombardeos israelíes en la operación Lluvia de Verano de 2006, pero al atardecer, la capital, Beirut, aún con los tanques del ejército en muchas esquinas, se llenaba de un plácido y jovial discurrir de gentes muy similares a nosotros no solo en rasgos físicos sino en la ansiosa búsqueda de una felicidad tan a menudo esquiva. ¿O es que vamos a creer que en Líbano y en Túnez, en la franja de Gaza, en el Egipto de las revoluciones, y hasta en la martirizada Siria, no hay lugar para que alguien, sobreviviendo a la tragedia y al dolor, tenga un pensamiento lírico, un arrebato erótico, una salida humorística, y los ponga por escrito?
Darwish fue el prototipo de ese poeta nunca abrumado por la historia, que tanto pesa en sus versos, pero no el único. Días antes de leer al libanés Beydoun, conocí en las jornadas poéticas de Cosmopoética, en Córdoba, al egipcio Ahmed al-Shahawi, a punto de volver a las incertidumbres políticas de su país. No sin antes dar a conocer sus versos de Nadie piensa en mi nombre, editados el año pasado en Costa Rica, y donde leemos en su brillante poema Imágenes celestiales: “En la niñez, / me criaron los gusanos de seda. / A los cuarenta / -a pesar de la profecía-, / aún no he salido de la crisálida” (la traducción en este caso es de Mohamed Abuelata). Solo entenderemos el calibre de lo que sucede, no todo positivo, en los bullentes países del Oriente Próximo cuando también leamos a sus muy notables escritores, entre los que cuento desde hoy a Abbas Beydoun, quien en el primer libro de los tres que componen Un minuto de retraso sobre lo real traza sus experiencias, algunas muy divertidas, en Alemania, convoca con sentido a Brecht, a Günter Grass, a Kiefer, a Stockhausen, y a la vez no pierde la memoria histórica de la gravedad, como en el poema de la última parte que gira en torno a un paquete bomba encontrado en una zona de su ciudad: “El paquete también desapareció, quizá en nuestras cabezas, igual que en nosotros una guerra tras otra ha dejado bombas sin estallar”.
Tiempo, 2/11/12
Recuerdo de mi único viaje a Líbano, hace casi tres años, la impresión de sus mujeres, jóvenes y maduras, con o sin velo, fumando en los cafés del centro no solo cigarrillos sino la tradicional pipa de agua o narguile, en una muestra de libertad, al menos gestual, difícil, cuando no suicida, en otros países árabes. Seguía viva la reminiscencia de la guerra civil acabada en 1990, y visibles las cicatrices de los bombardeos israelíes en la operación Lluvia de Verano de 2006, pero al atardecer, la capital, Beirut, aún con los tanques del ejército en muchas esquinas, se llenaba de un plácido y jovial discurrir de gentes muy similares a nosotros no solo en rasgos físicos sino en la ansiosa búsqueda de una felicidad tan a menudo esquiva. ¿O es que vamos a creer que en Líbano y en Túnez, en la franja de Gaza, en el Egipto de las revoluciones, y hasta en la martirizada Siria, no hay lugar para que alguien, sobreviviendo a la tragedia y al dolor, tenga un pensamiento lírico, un arrebato erótico, una salida humorística, y los ponga por escrito?
Darwish fue el prototipo de ese poeta nunca abrumado por la historia, que tanto pesa en sus versos, pero no el único. Días antes de leer al libanés Beydoun, conocí en las jornadas poéticas de Cosmopoética, en Córdoba, al egipcio Ahmed al-Shahawi, a punto de volver a las incertidumbres políticas de su país. No sin antes dar a conocer sus versos de Nadie piensa en mi nombre, editados el año pasado en Costa Rica, y donde leemos en su brillante poema Imágenes celestiales: “En la niñez, / me criaron los gusanos de seda. / A los cuarenta / -a pesar de la profecía-, / aún no he salido de la crisálida” (la traducción en este caso es de Mohamed Abuelata). Solo entenderemos el calibre de lo que sucede, no todo positivo, en los bullentes países del Oriente Próximo cuando también leamos a sus muy notables escritores, entre los que cuento desde hoy a Abbas Beydoun, quien en el primer libro de los tres que componen Un minuto de retraso sobre lo real traza sus experiencias, algunas muy divertidas, en Alemania, convoca con sentido a Brecht, a Günter Grass, a Kiefer, a Stockhausen, y a la vez no pierde la memoria histórica de la gravedad, como en el poema de la última parte que gira en torno a un paquete bomba encontrado en una zona de su ciudad: “El paquete también desapareció, quizá en nuestras cabezas, igual que en nosotros una guerra tras otra ha dejado bombas sin estallar”.
Tiempo, 2/11/12
22/7/12
Publicación de "Un minuto de retraso sobre lo real", de Abbas Beydoun
Abbas Beydoun, Un minuto de retraso sobre lo real, traducción de Luz Gómez García, Madrid/México, Vaso Roto, 2012.
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