Los cardiacos que van de acá para allá por la Corniche no vuelven mucho la cabeza. Quieren que la gente aprecie el vigor de sus pies: alzan sus zapatillas deportivas y vencen a cada paso a sus corazones traicioneros y los pisotean. Llevan de acá para allá la herida que es signo de su victoria, llevan su vida y la vencen de acá para allá. Estiran la vejez y la enfermedad por segunda vez, conscientes de que la vida está «en otra parte». Tal vez esté beoda y sea impotente, tal vez sea una mazorca de maíz tostada o una palmera vieja. Van de acá para allá y la piedra que se agranda en la pierna cae de la pierna, y el destino al que dan un puntapié se cumple otro día.
Traducción de Luz Gómez García
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