19/9/10

La inspiración

Los poemas que le he arrancado al hastío a la vista está que me han costado. Que fue dura la batalla, que disputé cada palabra tumbado en la cama. Salieron a trancas y barrancas y hasta de la pluma con que los escribí me hube de ganar con paciencia la tinta clara. Si he de decirlo con imágenes, diría que al escarbar, surgieron con heridas en el rostro de las palabras, no llegaron fácilmente, vinieron llenos de rasguños y todos cubiertos de polvo.

Resumiendo, no llegaron por inspiración ni por ningún otro arte de magia. Fueron cosa, sin duda, de mis huesos anquilosados, mi oído duro al que le costaba captarlos, y mi dificultad para respirar que aumentaba según los perseguía.

Fueron cuatro poemas que me dejé bajo un montón en un hotel, y cuando sin saber cómo, los recuperé, vi que servían, que el destino los había señalado. Pero no siempre fue así, la estilográfica borboteó y me dejó en los dedos unas manchas oscuras que me recordaron la lucha en la cama, que los extraje uno a uno del hastío y la soledad, quizá de un desierto anímico, por la noche. Pero la tinta se fue al mero contacto con el agua, y lo único que significó aquello es que otra vez, quizá por mucho tiempo, había perdido la inspiración.

Traducción de Luz Gómez García

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